Testimonio de Richard Oostrum holandés quien vivió una vida homosexual en Amsterdam
En 1985 tuve mi primer “debut” como un homosexual después de una larga lucha tratando de ser diferente. A pesar de no haber sido criado en una familia cristiana sabía algo de la Biblia y tenía conciencia de Dios y cada noche en secreto le oraba a mi Padre Celestial.
Inicios
Cuando mi sexualidad comenzó a manifestarse en mi pubertad descubrí que me interesaban principalmente los chicos. Con lágrimas en mis ojos pedía en mis oraciones que se me revelara si este era el propósito de mi vida, sin embargo la respuesta nunca vino.
Después de un periodo de siete años en los me reserve mis sentimientos homosexuales, finalmente “sali del closet”. Esto ocurrió después de mi primera experiencia sexual con un hombre ya que fue mucho más hermosa que mis experiencias con chicas. En mi entorno la reacción fue positiva porque se razonaba que uno podía nacer de esta forma y para mi gozo podía ser quien en realidad era. Mi primera relación duro unos tres años y una vez concluida comencé a salir y a tener muchos contactos.
Un amigo con SIDA
En 1991 conocí un nuevo amigo en Amsterdam. Al poco tiempo de habernos conocido descubrimos que sufría de SIDA. A esto siguieron 3 años de enfermedad y lágrimas pero con mucho apoyo de familiares y amigos.
En este período comencé a encontrar algo de distracción en mi pasión por el waterpolo y la natación. No nadaba en un club “normal” sino que con un amigo comenzamos un club de natación gay que rápidamente fue creciendo, inclusive participamos en competencias internacionales gay de natación.
Juegos Olímpicos y Club Gay
En 1994 participé como el único delegado de este club en los Juegos Gay en Nueva York, unos pocos meses después que mi pareja muriera. Me fascinó la atmósfera de esos juegos y la gran cantidad de gays y lesbianas que me rodeaban me daban la sensación de seguridad. En medio de 70000 personas que pensaban igual en el Estadio Yakee me sentía fuerte y seguro de mi mismo. Sólo cuando regresé a mi apartamento me di cuenta de lo como debía depender de mi mismo y entendí ya fuera de esa enorme fiesta que el vacío continuaba.
En 1996 me mudé para Amsterdam porque allí me sentía más seguro como gay y estaba rodeado de bares. Allí participé activamente en la natación y ayudé a formar un club de natación gay. Este club puso su foco en los Juegos Gay de 1998.
Experimentando a Dios
Durante ese tiempo me compré una Biblia y estaba mucho más interesado en la Palabra de Dios. Después de haber visto un programa cristiano en la televisión local de una iglesia cristiana me decidí a asistir.
Me sentí extraño e incómodo en el primer servicio al que asistía en toda mi vida. Después del culto una mujer me preguntó por qué había asistido a esa iglesia. Después de haberle compartido la historia de mi vida a ella, oramos juntos y le pedí al Señor Jesús que viniera a mi vida y la renovara. Durante la semana que siguió a esta oración experimente un descanso y una paz que nunca antes había experimentado y anhelaba que viniese el domingo.
Esta misma mujer me explico que ese descanso y paz eran un resultado de mi conversión y ya que sabía acerca de mi contexto homosexual me refirió a Johan de Sluis de EHAH para conversara conmigo. Tuve muy buenas reuniones con Joahn quien me guió en mi camino a la vida exgay.
Al comienzo de ese año los Juegos Gay de 1998 eran la razón por la cual debía dejar la ciudad, pero Dios me quiso usar como Su testigo en las calles y en las competencias de natación en Amersfoort. Allí le pude contar a muchos de mis viejos amigos del cambio de mi vida, en esas conversaciones pude experimentar claramente la protección de Dios contar la tentación y otros peligros.
Mirando atrás a esos Juegos Gay este fue un tiempo que me confirmó que el paso que había dado en Jesús era el correcto. Es es el Único que Sana y guía mi vida
Actualización
Este testimonio se escribió en Venezuela en 1999. Por esta época, comencé a orar por una esposa y tres meses más tarde conocí a Sara Dos Santos, de Brasil.
Ella era también una misionera de Jucum (Juventud con una misión), y después de nuestra primera conversación, le pregunté al Señor si ella era la mujer que Él tenía para mí. Los dos sentimos que esto era de Dios y comenzamos a hacer planes para el matrimonio.
Algunas personas por ese entonces me preguntaron si de verdad ya estaba preparado para el matrimonio y si ya estaba lo suficientemente sano como para dar un paso de este tipo. De lo que si estaba seguro es de que Dios estaba en el asunto y que estábamos dispuestos a dar el paso de adentrarnos en la bendición y reto que supone el matrimonio.
Nos casamos medio año más tarde y Dios nos bendijo con un precioso hijo al que llamamos Pedro. Dios nos llamó a comenzar un ministerio para enseñar sobre la homosexualidad de acuerdo a lo que nos enseñan las Escrituras y a alcanzar con el Evangelio de Jesucristo a todos aquellos que estan viviendo un estilo de vida homosexual.
Nuestra esperanza y deseo es equipar al liderazgo en el área de la homosexualidad y que puedan tener una mejor comprensión de este tema tan polémico en los tiempos que corren. Hemos experimentado el poder transformador de Jesucristo en nuestro propio quebranto sexual y, por tanto, creemos que el cambio es posible.