Londres 04/07/2007 (ABC)

Tesalonicenses 4:3-4: «Dios os quiere santos y completamente libres de la inmoralidad sexual». Esa es la cita a la que hace referencia la inscripción en el discreto anillo plateado que Lydia Playfoot lleva en el dedo, como señal de su compromiso personal a no mantener relaciones sexuales hasta llegar al matrimonio.

Un símbolo que podría costarle la expulsión del colegio si la Corte Superior británica, ante la que ha recurrido, no la ampara. Lydia, de 16 años, considera que la disposición de su centro, la Millais School, en la población inglesa de Horsham, supone una violación de sus derechos. «En mi escuela, las chicas musulmanas están autorizadas a llevar velos y los sijs pueden llevar brazaletes. Parece como si los cristianos fuéramos los únicos que no podemos manifestar nuestra fe», declaró la joven el viernes a la puerta del Juzgado.

Leon Nettley, director del centro, ha rechazado las alegaciones indicando que la política de uniforme de la escuela prohíbe llevar piezas de joyería a los alumnos, a excepción de unos pequeños pendientes. Según Nettley, el «Silver Ring Thing» no es algo requerido por la religión, sino «simplemente una de las muchas maneras de hacer público un determinado punto de vista dentro de la fe cristiana». En la Millais School están permitidos los velos y los símbolos de otras religiones porque en su caso «son un requisito de esos credos». Ahora la Corte Superior deberá establecer si el «anillo de la castidad» es también un símbolo religioso homologable a los otros.

Lydia tiene como abogado al mismo que defendió a Nadia Ewedia, la empleada de British Airways que el año pasado ganó el pleito contra su compañía por no permitirle llevar colgada al cuello una cadena con una pequeña cruz .

La joven entró en contacto hace dos años con el movimiento del «Silver Ring Thing», una iniciativa puesta en marcha en EE.UU. en 1996. Inicialmente la escuela no le dijo nada, pero cuando su ejemplo comenzó a ser seguido por otras compañeras, la dirección del centro le pidió que se quitara el anillo. Persistente en su empeño, Lydia fue apartada de los demás estudiantes, recibiendo clases individualmente hasta que la orden del colegio fue taxativa: debería quitarse el anillo o sería expulsada.

Philip Playfoot, el padre de Lydia, cree que su caso «es en gran medida un microcosmos de algo mayor que está sucediendo en nuestra cultura; en el Reino Unido los valores y puntos de vista cristianos están siendo puestos de lado. Básicamente, te están diciendo: puedes creer en lo que quieras, pero no puedes dejar que eso tenga impacto en la esfera pública».